domingo, 18 de octubre de 2015

La letra de un tema musical oculta un violento secreto. Si te acercas a la reja, te lo cuento

       Como contamos en alguna otra oportunidad, el Gran Salón de Roble es casi como el corazón del edificio del Blog. Una de sus grandes puertas da a la Biblioteca, la otra al hall que conduce a las habitaciones de los catedráticos, la otra a los baños y la más transitada a la escalera que se dirige a las bodegas. El hogar de leña preside la pared más larga mientras que a su derecha, convenientemente separado de la fuente de calor, un negro y brillante piano Steinway espera por algún eventual ejecutante. No son pocos los catedráticos que tienen a la música como afición y casi no hay noche en la que el piano no suene. Pero así como la música es uno de sus pasatiempos, las controversias no lo son menos. Con cierto espíritu chauvinista cada uno suele ejecutar música tradicional de sus países de origen o temas compuestos por connacionales del ejecutante. Y no solo eso, las conversaciones previas y posteriores a la música habitualmente versan sobre la superioridad de la música o los compositores de tal nacionalidad por sobre el resto.

      Así un Doctor en Química húngaro defendía las csardas a la vez que un matemático hindú lo hacía con la música carnática. Los ojos rasgados de nuestro experto en paleobotánica explicaban sin dudas el sostén que sus palabras daban al vuelo literario de los Nanguan chinos. Y así cada quien, previo o posteriormente a la ejecución de su tema explicaba al resto la ventaja y aún la superioridad de su elección frente a las de los demás. El Director del Departamento de Entomología Comparada, además de discreto pianista es orgulloso argentino. Se explayaba con notorio entusiasmo acerca de las bondades de la música oriunda de su tierra. Hacía referencia al curioso detalle de que su país tenía dos clases de géneros musicales populares, uno rural (con zambas, chacareras, chamamés y demás estilos musicales) y otro urbano e universalmente conocido como el tango. El entomólogo destacaba que la riqueza rítmica de los géneros rurales (en su mayoría en compás de 6/8) y la riqueza armónica del tango han entregado al mundo composiciones notables. Reconocía , sin embargo, que en ambas familias musicales se han compuesto esperpentos completamente olvidables, pero que del mismo modo y de manera poco común cuando las músicas populares suelen tener letras simplonas y de fácil digestión, tanto el folklore como el tango contaron con poetas que se encargaron de sus letras dándole a algunos de ellos un increíble vuelo poético. En ocasiones se ha logrado el milagro de la conjunción de un hermoso texto con música inspirada y entonces es cuando la música popular argentina entrega sus mejores momentos.

      Entusiasmado como estaba el disertante, dobló la apuesta. Comenzó a contar la historia de una bellísima zamba que en realidad oculta en su letra señales de un hecho policial. Casualmente esa es la historia que referiremos hoy en Bombilla Tapada. Para comenzar transcribiremos la letra de la misma y luego contaremos la historia oculta. Al final del post un link los conducirá a una versión donde podrán apreciar a la vez letra y música. La zamba en cuestión lleva por nombre Luna Cautiva:






De nuevo estoy de vuelta después de larga ausencia
igual que la calandria que azota el vendabal
Y traigo mil canciones como leñita seca
recuerdo de fogones que invitan a matear

Y divisé tu rancho a orillas del camino
En donde los jazmines tejieron un altar
Al pie del calicanto la luna cuando pasa
Peinó mi serenata la cresta del sauzal

Tu amor es una estrella con cuerdas de guitarra
Una luz que me alumbra en mi oscuridad
Acércate a la reja sos la dueña de mi alma
Sos mi luna cautiva que me besa y se va

Escucha que mis grillos están enamorados
y lloran en la noche lamentos del sauzal
El tintinear de espuelas del río allá en el vado
y una noche serena respira mi cantar

De nuevo estoy de vuelta, mi tropa está en la huella
arrieros musiqueros me ayudan a llegar
tuve que hacer un alto por un toro mañero
Allá en el calicanto a orillas del sauzal

      Bonitas imágenes de la naturaleza, ríos, arboledas (el sauzal es un grupo de sauces que crecen juntos), pájaros como la calandria. Al parecer es un arriero que vuelve de alguna parte después de algún tiempo de no estar en los lugares que solía frecuentar. Al parecer durante su ausencia aprovechó para componer algunas canciones (traigo mil canciones, exagera). La palabra calicanto no es habitual en el léxico de hoy. Consiste en una pared hecha de piedras unidas con mortero de cal. De allí su nombre cal y canto. Refiere el poeta en el estribillo la aparente visita de un amor (clandestino quizá) que lo besa a través de una reja y se va. En la última estrofa narra su regreso triunfal, con su tropa de ganado marchando por el camino y unos arrieros como él que cantando y tocando lo animan a terminar el viaje y menciona cierta demora en arribar a causa de un toro mañero que lo hace tardar de más. Linda zamba, pero ¿Por que merece un post de Bombilla Tapada?

Chango Rodriguez
      El autor de esta zamba y de muchas otras es José Ignacio Rodríguez conocido como el "Chango" nacido el 31 de julio 1914. Desde niño y a instancias de su madre comenzó a tocar la guitarra y componer canciones. Al llegar a la década del 60`era famoso y había grabado varios discos. Precisamente la tarde en que comienza nuestro relato venía de cobrar el adelanto de regalías que la compañía discográfica Philips le había dado a cambio de su próximo disco: "Soy de la Docta". Ese 11 de diciembre de 1963 en la casa de Gerardo López, uno de los integrantes del grupo Los Fronterizos, se llevaba a cabo el cumpleaños del hijo de Juan Pedro Álvarez, ahijado del Chango Rodríguez. Nuestro protagonista de la historia de hoy concurrió a la fiesta con su guitarra como era habitual. Siendo el cumpleaños de un niño comenzó a hora temprana como era habitual. Rodriguez y la concurrencia cantaron mucho como era habitual y también corrió mucho alcohol, como era habitual.

      Alguien lanzó una acusación al aire. Los compositores célebres se aprovechan de otros desconocidos y roban sus composiciones publicándolas luego como suyas. Si bien era probable que a esta altura el Chango estuviera borracho, no lo estaba tanto como para no notar que semejante acusación estaba dedicada a él. Las voces se elevaron, volaron algunas manos, la fiesta calentó su clima. hubo empujones y manotazos. Su mujer Lidia Margarita Bay trató de calmar los ánimos. Según ella debían estar al día siguiente en la provincia de San Luis así que lo más conveniente era que se retiraran a descansar dado que el Chango era quien debía manejar. A regañadientes logró que su pareja accediera a irse sin haber lavado su honor mancillado.

      Subió a su automóvil y comenzó a conducir hacia su casa. Pero algo andaba mal...se tocó el bolsillo de la campera allí donde deberían estar los $30.000 que la Philips le había abonado hacía un rato, pero no había nada ahí. Lidia trató de convencerlo de que se le debían haber caído de manera involuntaria en casa de López en medio de los manotazos y forcejeos y que aún deberían estar ahí en el patio. El Chango en cambio imaginaba que alguno de los viandantes directamente se los había robado. Las versiones difieren acerca de si el Chango Rodríguez llevaba un arma en la guantera del auto o si fue hasta su casa a buscarla. La cuestión es que al llegar nuevamente al lugar donde se desarrollaba en malogrado cumpleaños quien se apeó del auto fue Lidia Bay para intentar recuperar el dinero de la manera más pacífica posible. Nada de eso ocurrió y en cambio Rodríguez comenzó nuevamente a oír gritos desde el interior de la vivienda. Sea que la llevaba consigo, sea que la fue a buscar a su casa, la cuestión es que cuando el Chango volvió a entrar en la casa de López, portaba su pistola calibre 45 en la mano. Al rato, sea que apuntó o que se escapó un tiro en el forcejeo, una bala atravesaba la cabeza de Juan Pedro Álvarez, padre del cumpleañero, amigo personal y criador de los caballos de carrera que el Chango poseía, quien cayó muerto.

La Cañada - Córdoba
      A la mañana siguiente el Chango Rodriguez se presentó en el destacamento de policía y fue inmediatamente detenido. Posteriormente el dinero apareció intacto Para el juzgado que llevó su caso el haber vuelto con un arma en su mano después de haberse ido transformaba la causa de un homicidio en riña, con menos pena a un homicidio premeditado y lo condenó a 12 años de prisión. De nada sirvieron los argumentos ni los lamentos de todos los colegas; fue alojado en el pabellón 11 de la Cárcel de Encausados, frente a La Cañada, un muro de contención que evita los desbordes del arroyo Suquía en la provincia de Córdoba. Siendo toda una celebridad en la provincia y en una época en que se hablaba poco y nada de los derechos humanos y por ende mucho menos de los derechos de los presos, el Chango fue tratado bastante bien durante su reclusión. Se le permitió conservar su guitarra en su celda así como también tener suficiente material de escritura. Su mujer Lidia venía a visitarlo seguido y se les concedió el derecho de casarse en la capilla de la cárcel en enero de 1965. Junto con otros presos de buena conducta armó algunos grupos folklóricos con los que se entretenía para matar el tiempo. Así compuso un gran número de temas y varios de ellos los grabó luego del 11 de setiembre de 1968, fecha en el que el dictador Juan Carlos Onganía, dio por cumplida la pena y le concedió un indulto presidencial. El Chango salió en libertad pero ya nada fue lo mismo. Escribió para terceros pero su estrella artística se fue apagando hasta que finalmente el 7 de octubre de 1975 falleció.

      A esta altura, como tantas otras veces, usted me preguntará ¿Y todo esto que tiene que ver con la zamba que transcribió al principio? No sea impaciente, le diré yo. Todo, o casi todo, está allí. Solo hay que saber encontrarlo. Rebobinemos:

Rodriguez, Lidia y la reja
     El Chango fue preso 4 años (De nuevo estoy de vuelta después de larga ausencia) y mientras lo estaba compuso muchos temas, unos 60 (Y traigo mil canciones). La ventana de su celda daba al muro de contención del arroyo hecho de piedras y mezcla de cal (Al pie del calicanto la luna cuando pasa). Lidia lo venía a visitar (una luz que me alumbra en mi oscuridad), pero no dejaban ni que él saliera de la celda ni que ella entrara (Acércate a la reja....) y las visitas estaban controladas por personal de la penitenciaría y eran por demás cortas (Sos mi luna cautiva que me besa y se va). A veces, por razones de seguridad, el Chango era esposado (Escucha que mis grillos...) y otras durante las noches escuchaba acercarse a los guardias haciendo la ronda con el llavero de las puertas de las celdas (El tintinear de espuelas del río allá en el vado). En realidad los motivos por los cuales su compadre terminó muerto y él preso fueron una tontería, una acusación arrojada porque si, por alguien con ganas de provocar (Tuve que hacer un alto por un toro mañero) pero luego, cuando se acostumbró al ritmo carcelario todo anduvo mejor (mi tropa está en la huella) y el tener la posibilidad de tocar y cantar con otros presos lo ayudó a pasar el tiempo (Arrieros musiqueros me ayudan a llegar).

Oculto y encriptado para quien no conoce la historia, pero casi evidente para el que si. Les dejo el link para que la disfruten en su versión más conocida, la de los Chalchaleros.

Que anden bien.







       

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