domingo, 29 de junio de 2014

Dicen que dijo lo que digo. Pero en realidad lo dijo otro o más aún nadie lo dijo

      Un pájaro, un perro, un francés, un mapuche o un nativo filipino, todos e acurrucan cuando tienen frío. Sólo alguno de ellos, los humanos, pueden llegar a tener conciencia de que este acto, lo que en realidad hace es reducir la superficie de contacto con el medio ambiente ayudando a conservar el calor corporal. Sin embargo todos los bichos de sangre caliente lo realizan como acto instintivo aún sin tener la más peregrina idea de porque lo hacen. El hombre, en cambio, ha desarrollado enormes cantidades de comportamientos que sobre raíces biológicas se aprecian como culturales. Así quienes tienen una jerarquía social inferior saludan al considerado superior inclinándose ante él (el Rey, el Papa y demás dignatarios) del mismo modo que los monos lo hacen frente al jefe de su manada. 

      A mi entender (obtuso e incompleto) existe un acto cultural humano que no tiene parangón en ningún resabio  natural o biológico y es la lectura. Nada se parece a leer. Alguien podrá decir que una huella se lee como el paso de una animal por ahí o unas nubes se leen como el presagio de una lluvia. Pero la transmisión de nociones, conocimientos y acontecimientos reales o ficticios por medio de unos símbolos completamente arbitrarios no se parece en nada al acto de leer una huella o las nubes. 


      De todos modos hay un acto más humano hoy en día que el leer. Es el simular haber leído. Consiste en repetir sentencias, situaciones o frases que supuestamente se encuentran alojadas en algún libro que el dicente ha tenido la precaución de no leer. Así encontramos personas que repiten incisos con cara de suficiencia, haciendo referencia a obras de teatro o libros en los que se supone que se alojan y que jamás han pasado por sus manos o si lo han hecho, no lo han abierto. Bombilla Tapada trae esta vez una discreta colección de sentencias por ese estilo demostrando que el Departamento de Investigaciones Literarias del blog tampoco ha leído nada que sea de provecho. Comencemos, esta oscuro pero ya saben: "Lo esencial es invisible a los ojos"

      Luego de una serie de infidelidades el rey Schariar, decepcionado de la conducta del género femenino en general, propone a su visir una solución tan drástica como efectiva. Debía este último conseguirle esposas para que le duraran un solo día. Al amanecer del día siguiente, el mismo rey las decapitaría impidiendo cualquier forma de infidelidad posible. Un poco violento, pero categóricamente eficiente. Todo funciona correctamente (por lo menos para el rey) cuando una mañana, la candidata que se presenta le propone contarle un cuento. El rey accede pero su eventual esposa no culmina el relato sino hasta la noche. Luego de la cena, repite la estrategia. Comienza un relato que deja trunco lo cual le permite seguir con vida. Desarrolla esa táctica durante muchísimas noches hasta que el rey Schariar abandona sus políticas femicidas y se casa formalmente con ella. La princesa se llama Sherezade y el libro es Las 1000 y una noches.

Uno de los relatos más famosos de la colección es el de Alí Babá y los 40 ladrones

      Y aquí es donde empezamos a desenmascarar al falso lector. Comunmente se menciona a Alí Babá como jefe de una banda de 40 ladrones. Con asombrosa frecuencia se compara a alguien que se ha enriquecido de manera poco clara con "Alí Babá y los 40 ladrones" (así, todos juntos) o mejor aún; hallado el rico botín de algún delincuente y en función a su riqueza, se lo compara con "La cueva de Alí Babá" como si a él perteneciera. 

      En el relato de las Mil y una Noches Alí Babá es un leñador. Por casualidad escucha a un miembro de una banda de ladrones (formada por 39 más) comentar que la enorme roca encantada que obtura la entrada de la cueva donde almacenan el producto de sus ilícitos se abra de manera mágica ante las palabras "Ábrete Sésamo". Si quieren saber como sigue, léanlo. Pero lo que es claro es que Alí Babá no pertenece a la banda de ladrones sino todo lo contrario. Es un error enorme el asociarlo a los 40 ladrones como miembro o peor aún como jefe de la gavilla. Un error que sólo puede cometer alguien que jamás ha leído el clásico de la literatura árabe.  

     Por lo que insinúan los expertos, Don Miguel de Cervantes Saavedra ya había escrito un entremés (una obra de teatro corta en un solo acto) con un tema parecido al que tendría luego como argumento su obra maestra. Un tipo que pierde la cabeza y cree ser un héroe medieval. Lo cierto es que en 1605 y luego en 1615 (convenientemente primero la primera y luego la segunda) se publicaron las 2 partes que componen "El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha". Es realmente una novela deliciosa donde el humor está presente en cada página. Tiene una estructura en donde los capítulos casi pueden leerse desordenados puesto que casi nunca lo que ocurrió en el anterior tiene consecuencias en el siguiente. A pesar de tener más de 400 años de escrita y contar con buena cantidad de términos y sintaxis antigua se deja leer con facilidad. Salvo para algunos que no la han leído y sin embargo presumen de ello.

      Cuando alguien recibe críticas por haber hecho algo, no falta el que sentencie: "Ladran, Sancho. Señal que cabalgamos"  en elíptica referencia a que los envidiosos siempre hablarán y que sus comentarios son demostración de que uno está haciendo bien las cosas. Suponen los comentaristas que andando Don Quijote y Sancho Panza sobre sus cabalgaduras, les salieron a ladrar unos perros a lo que el Ingenioso Hidalgo acuñó dicha frase. 

      Y por supuesto, levantan el dedo acusador a los cielos y repiten una oración que no figura en ninguna de las páginas de la novela de Cervantes. 

     Puede usted leerlo desde "En un lugar de la Mancha..." hasta la propia muerte de Alonso Quijano (espero no haberle revelado el final a nadie) que no va a encontrar ni una sola vez la frase en cuestión. Mientras la busca, puede aprovechar para disfrutar de un excelente libro.

      Todo actor que se precie de ser serio y cultivado no ha de llegar al pináculo de su carrera sin antes encarnar una obra de Shakespeare. Particularmente será muy bien visto por las revistas de espectáculos y los programas de chimentos, que el actor se ponga en la piel de Hamlet. Ahí si que se convertirá en una celebridad y evitará que los fotógrafos lo persigan durante el verano a ver donde decidió ir a refrescarse las patas. Mientras tanto, puede ensayar, calavera en mano, a decir el famoso monólogo que comienza con la famosísima pregunta: "¿Ser o no ser? He ahí la cuestión".

     Ocurre que, para facilitar los cambios de decorados y la división dramática de las obras de teatro, así como las novelas tienen capítulos, los dramas tienen actos. El universalmente reconocido monólogo del príncipe Hamlet (Ser o no ser) transcurre en la primera escena del tercer acto y el actor nada lleva en sus manos. Dos actos más adelante, en el quinto, y en ocasión de pasar por un cementerio, Hamlet levanta del piso el cráneo de quien en vida había sido el bufón de la corte y su amigo de la infancia Yorick y recita otras líneas que nada tienen que ver con Ser o no ser ( ¡Ay! Pobre Yorick. ¿Que se hicieron de tus burlas, tus brincos, tus cantares y aquellos chistes que animaban la mesa con alegre estrépito?)

      Es decir. Quien recita el "Ser o no ser" calavera en mano, nunca leyó Hamlet.

      Vamos cerrando que es tarde. Durante el siglo XIX se tomó real conciencia de que la razón sería lo que llevaría al hombre todo lo lejos que quisiera. Con el avance de las décadas se descubrían las bacterias, la corriente eléctrica y los rayos X, por poner algunos ejemplos. En ese contexto no era de extrañar que surgiera un personaje ficcional que hiciera del razonamiento su herramienta fundamental. En 1887 aparece por primera vez en Inglaterra el personaje del detective Sherlock Holmes. Su autor, el escocés Arthur Conan Doyle (a quien le dedicamos un post completo en Bombilla Tapada hace un tiempo http://bombillatapada.blogspot.com.ar/2013/05/en-casa-de-herrero-mediums-y-hadas.html) hace que sus aventuras sean contadas por un médico que lo acompaña en sus investigaciones y que vive con él compartiendo el departamento del 221 B de Baker Street, el Dr. Watson.

Es común entonces que se escuchen diálogos por el estilo:

- ¿Vos decís que Alfonso está saliendo con la hija de la panadera? - pregunta uno de los personajes
- Elemental, Watson! - responderá el otro, con gesto de suficiencia. Como preguntándose si la otra persona puede no haberse dado cuenta de una verdad tan evidente. Parafraseando al genial detective

¿Parafraseando?

      En 4 novelas y 5 libros de relatos cortos que se publicaron entre 1887 y 1927 nunca, pero nunca nunca se dice la frase de marras. Es decir, nunca Sherlock responde a Watson con un "Elemental".

      Aunque en este caso merezca, en honor a la verdad, hacer una salvedad. A la muerte de Sir Arthur, su hijo Adrian (obviamente Conan Doyle) pretendió seguir montado en la fama del personaje de su padre, sin éxito. Escribió un libro llamado "Las Hazañas de Sherlock Holmes" en el que se notaba que faltaba el genio de su padre. En uno de los relatos de dicho libro (La aventura de la Viuda Roja) Sherlock finalmente dice sus "famosas" líneas: Elementary, my dear Watson. Pero se trata de una burda copia y no del Holmes original. 





      La mejor manera, creemos, de juntar frases para deslumbrar señoritas en los casamientos es leyendo los libros completos. De ese modo es probable que nos crucemos estadísticamente con más sentencias que almacenar y, quien les dice, quizá uno aprenda algo provechoso en el camino.

Elemental, Watson!

Que anden bien!







domingo, 22 de junio de 2014

Falsos positivos, falso crup, falsa escuadra, falso post

      El maestro Alejandro Dolina sostiene que existen 3 tipos distintos de falsificaciones. La falsificación descendente, la horizontal y la ascendente. La primera de ellas es la más convencional. Objetos mal terminados, de materiales más baratos que el original y factura descuidada suplantan a los verdaderos. Las ferias están llenas de estos y allí encontramos camisetas del Barcelona de colores desteñidos y tela berreta o carteras Louis Vuitton de plástico mal cosido. La falsificación ascendente es sólo un juego intelectual del polígrafo de Caseros. Obras que mejoran al original, falsificadores que se han tomado el trabajo de hacer un objeto duplicado mejor de lo que era su modelo. 

      El verdadero falsificador pretende la falsificación horizontal. Su éxito consiste en que su obra pase por buena. Así busca que los billetes hechos en un mimeógrafo sirvan para comprar, que la bijouterie luzca como una verdadera joya o que una copia de una obra de arte sea vendida como si fuera un original.

      Bombilla Tapada (en realidad una versión falsificada del blog) pone esta vez a disposición de su amable platea un par de ejemplos curiosos de falsificaciones que lograron, aunque sea por un rato, pasar por buenas. Podría yo comentar que esto lo hacemos en el original estilo que caracteriza a nuestro blog, pero en realidad es un estilo falsificado con papel afiche y cartón.

      Un día de 1503 nuestro amigo Leonardo Da Vinci tomó una tabla de álamo de 77 X 53 centímetros y decidió plasmar allí la cara y parte del torso de Lisa Gherardini. Quien iba a pagar por el trabajo era su marido (el de Lisa, no el de Leonardo) Francesco Bartolomeo de Giocondo. En algún momento cercano a 1519 y después de múltiples retoques quedó lista una de las obras maestras de la pintura renacentista: La Gioconda. Luego en el siglo XVI el rey Francisco I de Francia compró la obra y desde ese momento pertenece al estado francés. Como tantas otras en esa condición, es exhibida desde ese entonces en el conocidísimo museo del Louvre.



      Habrá que reconocer, de todos modos que durante algún tiempo no estuvo allí. Por ejemplo, por miedo a que sea dañada en alguna acción bélica, durante la Segunda Guerra Mundial, el cuadro se guardó en un castillo y en una abadía. Pero la ausencia más llamativa ocurrió entre 1911 y 1913. El cuadro fue robado.

      Si les garantizo que el robo en tierras francesas de un cuadro italiano tiene un protagonista argentino ¿Me creerían? Pues les aseguro que es así. Un argentino llamado Eduardo Valfierno (que se hacía llamar Marqués de Valfierno) convenció a un carpintero italiano de nombre Vincenzo Peruggia que el cuadro pintado por un italianísimo Da Vinci no merecía ser exhibido en un museo francés para gloria de los galos sino repatriado a su país natal. Se estaban realizando refacciones en el Louvre de las que Peruggia participaba. A fin de que el museo no necesitara cerrar sus puertas al público, la mayor parte de los trabajos se llevaban a cabo durante la noche. El 21 de agosto de 1911 Vincenzo llegó vestido con su amplio guardapolvo blanco reglamentario para trabajar en el museo y en un descuido descolgó La Gioconda y la escondió bajo sus ropas.

      Paralelamente nuestro compatriota Valfierno había contactado a Yves Chaudron. Este último, francés, había comenzado su carrera de pintor pero ganó cierta fama como restaurador de cuadros renacentistas. Las destrezas adquiridas en su oficio lo pusieron en óptima condición para iniciar una rentable trayectoria como falsificador. En esa condición es en la que conoce a Valfierno quien le propone lisa y llanamente falsificar La Gioconda. Y no sólo una sino seis copias.

      La estrategia de Valfierno fue contactarse con reconocidos coleccionistas de arte poco escrupulosos y sostener que el cuadro desaparecido estaba en su poder. En realidad Eduardo Valfierno nunca tuvo el cuadro en sus manos sino que quedó oculto en la casa de Vincenzo Peruggia. Con probadas habilidades para la estafa, Valfierno vendió las 6 copias falsas a 5 coleccionistas norteamericanos y uno brasileño en 300.000 dólares cada una.





Hasta aquí la historia de las falsificaciones. Lo que resta aclarar es ¿Que pasó con la Gioconda original?

      El estafador aquí era nuestro compatriota Valfierno y no Peruggia. El pobre carpintero Vincenzo cayó en la trampa accediendo a sustraer el cuadro con fines reivindicatorios y patrióticos. Pero Valfierno nunca apareció para llevar, como había prometido, la obra de nuevo a Italia. El tiempo pasó y la policía no tenía más pistas que seguir. Durante dos largos años La Gioconda permaneció oculta en la casa de un humilde carpintero lombardo. Valfierno solo necesitó que la Gioconda faltase de su lugar original para asegurar que sus copias eran la auténtica.



      Peruggia se cansó y, carente de todo conocimiento del mercado negro de las obras de arte, intentó vender el cuadro a Alfredo Geri, director por ese entonces de la Galería Uffizi florentina. La galería alberga la colección de arte quizá más impresionante del mundo con obras de Botticelli, Miguel Angel, Leonardo, Rafael, Tiziano o Caravaggio entre otros. Geri dió parte a la policía y dos años, tres meses y veintiún días después de su desaparición La Gioconda fue recuperada. Peruggia fue detenido y condenado a un año y quince días de prisión.

      Valfierno murió en Los Ángeles en 1931. Poco antes de morir confesó al periodista Karl Decker su participación en el robo y posterior estafa y los nombres de los seis compradores de las copias con la única condición de que los detalles de su historia fueran revelados luego de su muerte.

      Dejemos descansar en paz tanto a Valfierno como a Peruggia y vengamos más adelante en el tiempo para hablar de nuestra segunda y última falsificación de este capítulo.

      Antes de comenzar, o de seguir, con la historia que cierra este post permítanme contarles una anécdota sobre el General San Martín que parece que no tiene nada que ver aquí pero en instantes verán que si.

      Durante su estadía en Mendoza, previa al cruce de los Andes, Don José se dio el gusto de cultivar una viña. Una vez que hubo obtenido sus primeras botellas de vino invitó a algunos colegas a degustarlas. El General sabía que sus camaradas sostenían que los vinos europeos eran per se superiores a los americanos sin más razones que su convencimiento personal. Entonces puso la etiqueta de su vino nacional en una botella de vino español y viceversa. Con toda la intención sirvió una copa a cada uno de vino español diciendo que era el de su propia cosecha. Los generales degustantes le dijeron que no estaba nada mal pero que le faltaba algo. Inmediatamente despues, sirvió su propio vino bajo la etiqueta del vino riojano español. Los bebedores saltaron de sus asientos a la voz de: ¡No me va a comparar....este si es un vino como la gente!.

      Vamos a cerrar entonces con vinos falsos. ¿Tenían noticias de que tal cosa existía? Pues bien, hasta el momento, la botella de vino más cara de la historia se ha vendido en unos 136.000 euros (algo así como 1.482.000 pesos al cambio de hoy) razón más que suficiente para tentar a más de uno.

      La primer ventaja que tiene el tema es que muy probablemente quien compre una botella de vino de colección lo haga para almacenarlo y exhibirlo pero no para tomarlo (es como comprar una vaca Gran Campeón de la Rural para hacer con ella un asado) y aún en el caso en que lo haga también es probable que sea muy difícil reconocer la diferencia. La segunda de las ventajas es que las etiquetas de los vinos no se imprimen con medidas de seguridad extremas de modo que, siendo la única manera de identificación externa, la falsificación puede pasar fácilmente por buena.


      Allá por 2002 apareció en los más respetados círculos enológicos de California un indonesio hijo del mayor distribuidor de cervezas de toda Asia. El muchacho parecía tener pasión por los vinos franceses y comenzó a adquirir muchos ejemplares raros y caros en las mas selectas subastas. Nadie había podido acceder a ella, pero no costaba nada sospechar que la bodega de Rudy Kurniwan (que así se llama nuestro protagonista) debía de ser una de las mejor surtidas del mundo. Ya para 2004 Rudy contaba con una importante reputación y trabó amistad con John Kapon dueño de una de las casas subastas de vinos más importantes de los Estados Unidos. Kapon sospechaba que asociarse con Kurniwan lo llevaría a posicionar a su comercio como el más importante entre todos. Como anfitrión en eventos para amantes del vino (y millonarios por otra parte) Rudy comenzó a poner a disposición de sus invitados vinos carísimos para su cata y degustación para deleite de la concurrencia. Rudy no solo era uno más sino que a los 37 años era considerado uno de los 5 coleccionistas de vinos más importantes del mundo.

      En enero de 2006 se organizó un evento impresionante para el mundo de los vinos. Rudy Kurniwan sacaba a la venta y subasta pública botellas de su propia colección personal. Vinos que se consideraban imposibles de conseguir eran presentados por Rudy de a cajas. John Kapon y Rudy Kurniwan facturaron más de 10 millones de dólares esa noche. En octubre de ese mismo año se organizó un segundo evento con características aún más impresionantes para los conocedores. El listado de vinos a la venta era el sueño de cualquier coleccionista. Los vinos de Kurniwan facturaron esa noche 24 millones de dólares para beneplácito de Kapon.

      Un par de años después, para la primavera de 2008 todo estaba listo para otra subasta de los vinos de Rudy. Muchos de los compradores habían sido competidores de Kurniwan cuando él sólo se dedicaba a comprar. Doug Berzelay entre ellos. En la lista de vinos de Rudy algo captó la atención de Berzelay. Una serie de botellas de Domaine Ponsot Clos Saint-Denis (un verdadero galimatías para el que no pasó del Resero) de cosechas entre 1945 y 1971. Doug Berzelay nunca había visto ningún vino de esa etiqueta de fecha anterior a 1985. Inmediatamente se puso en contacto con Laurent Ponsot, dueño de la bodega fabricante del vino quien le explicó que era lógico que nunca hubiera visto botellas de esos años puesto que el Clos Saint-Denis de su bodega no había sido producido sino hasta inicios de la década del 80.

      A pesar de que Kapon retiró de la venta las botellas cuestionadas (diciendo que lo hacía a pedido del bodeguero pero sin explicar los porque) todo comenzó a desmoronarse.

     Los compradores de las dos subastas anteriores comenzaron a exigir la devolución de sus dineros. La sociedad entre Kapon y Rudy se rompió principalmente porque no se pusieron de acuerdo sobre quien debía hacerse cargo de los quebrantos económicos.

     Para redondear. Rudy Kurniwan fue hallado culpable de venta de vinos falsificados y fraude financiero. Cuando fue detenido en 2012 en su vivienda de Arcadia, California, allanada se encontraron botellas antiguas, corchos y pegamento utilizados en las falsificaciones. Se espera que cuando se dicte la sentencia definitiva pase unos 40 años a la sombra. Más o menos como los vinos en su bodega.

    Dinero, estampillas, ropa, zapatillas, antigüedades, documentos, obras de arte y, como hemos visto, hasta vinos todo parece pasible de ser falsificado entonces.

     Hasta este post, que como notarán no ha sido escrito por mi sino por alguien que ha suplantado momentáneamente mi identidad al frente del teclado. El problema es que como es mejor que yo (cosa nada difícil de conseguir) mi familia no quiere dejarlo ir.

Que anden bien.








domingo, 8 de junio de 2014

Si de matar se trata y lo que hay es aburrimiento; nada mejor que una guerra

      Un brillante escritor uruguayo injustamente olvidado de seudónimo Wimpi (llamado en realidad Arthur García Nuñez) le ponía un ligero toque humorístico a su definición sobre los conflictos humanos. Decía Wimpi que los hombres no nos peleábamos porque unos quisieran una cosa y otros otra distinta sino que nos peleábamos porque todos queríamos la misma. La misma tierra, la misma mujer, el mismo lugar en el estacionamiento. Concluía luego Wimpi que el pollo no solía ser motivo de conflicto porque a unos nos gustaba la pata mientras que a otros la pechuga. Pero que el día en que todos nos volcáramos a una u otra presa muy probablemente el pollo protagonizaría algún conflicto armado.



      En cualquier caso, casi desde el inicio de la humanidad, los hombres no hemos aprendido a no matarnos por la razón que fuera sino a hacerlo del modo más efectivo y automático posible. Pasamos del lanzaso artesanal y personalizado a la bomba que mata de a miles de forma industrializada. Lo que permanece a lo largo de toda la historia, con admirable conducta, es la estupidez de matarse. Bombilla Tapada hoy les trae un compendio de guerras, batallas y escaramuzas varias seleccionadas por tener algún rasgo llamativo. No esperen aquí las hazañas del cartaginés Aníbal al cruzar los alpes o la estrategia empleada por el General San Martín para vencer en la batalla de Maipú. Esperen si, el dato extraño, el motivo ridículo, la resolución sorprendente. Eso si, si van a esperar sentados entren por aquí que hay unos sillones convenientemente cómodos. Acomódense que empezamos.

      Las economías centroamericanas dependen casi exclusivamente de la explotación agrícola no teniendo en general industrias que aporten porcentajes significativos a su producto bruto interno. Para peor, como en casi toda latinoamérica el total de las tierras cultivables dependen de unas pocas (poquísimas) familias que las explotan. Tal es el caso de El Salvador y Honduras. Durante bastante tiempo y lentamente, familias de labradores salvadoreños fueron ocupando tierras fronterizas hondureñas y radicando allí sus cultivos. No era que le robaban terreno a sus legítimos dueños sino que ocupaban tierras fiscales sin uso. Sobre fin de la década del 60 Honduras comenzó a reaccionar pidiendo el retiro de los colonos salvadoreños en principio y dictando luego una ley de reforma agraria que permitía que solamente los nativos de ese país tuvieran derecho a explotar las tierras. Si bien Honduras tenía legítimo derecho a hacerlo esta ley implicaría que 200.000 salvadoreños fueran expulsados a la vez lo que le generaría no pocos problemas al gobierno de El Salvador. Las relaciones entre ambos países se fueron tensando y para peor se estaban jugando las eliminatorias para México 70.

      El 8 de junio de 1969 se jugó el partido de ida entre ambos países pertenecientes a la CONCACAF en Honduras. Ganó el local 1 a 0. A la semana siguiente debieron enfrentarse nuevamente pero en El Salvador. Esta vez también ganaron los locales pero 3 a 0. En ese entonces, no se tomaba en cuenta la diferencia de goles para la definición, así que para saber quien pasaría a la final contra el ganador de EEUU y Haití necesitarían jugar un tercer partido en cancha neutral. Durante el encuentro en El Salvador la hostilidad entre ambas parcialidades fue creciendo. Al término del partido no solo los hinchas sino que los jugadores y cuerpo técnico de Honduras tuvieron que huir lo mas rápido que podían hacia El Amatillo, paso fronterizo más cercano que los dejaba en suelo hondureño. Enterados del ultraje los hondureños se dedicaron a saquear y destruir los bienes salvadoreños radicados en su país.

      El partido desempate se pactó para el 27 de junio en terreno neutral (México) y ese mismo día los gobiernos de El Salvador y Honduras rompieron relaciones diplomáticas. Para el 14 de julio El Salvador controlaba 1.600 km cuadrados de territorio hondureño. Cuatro días mas tarde la ONU ordenó el cese del fuego y llamó a negociar. La guerra duró escasos días pero dejó como resultado una cifra cercana a los 6.000 muertos y recién en 1980 restablecieron relaciones diplomáticas mutuas. Obviamente que el conflicto corría bajo la alfombra desde antes pero fue el partido de fútbol entre ambos lo que encendió definitivamente la mecha.

A todo esto, la clasificación para el mundial de México la ganó El Salvador.

      La gran mayoría de los países europeos fueron adquiriendo la forma y nombre con los que hoy los conocemos muy lentamente. Normalmente tuvieron origen en alianzas o uniones de reinos, ducados o condados por cuestiones políticas o conveniencias territoriales. Así pasaba en la futura Inglaterra del siglo XVII. Guerra Civil de por medio Oliver Cromwell buscaba deshacerse de los últimos bastiones realistas para poder imponer finalmente el parlamentarismo que hoy rige a ese país. El condado de Cornualles, al sudoeste del país fue el lugar elegido para abroquelarse por parte de los realistas. A este bando en disputa adhería la Real Marina Británica la que viendo el avance de Cromwell sobre los territorios "continentales" (todo el Reino Unido es una isla, pero además lo rodean islas más pequeñas) se ocultó en unas pequeñas islas llamadas Sorlingas (o Islas Scilly para los ingleses).

      Los Países Bajos, lo que es hoy Holanda, venían de una larga guerra en la que varios buques de su armada habían sido averiados por barcos radicados en las islas Sorlingas. Por lo tanto el 30 de marzo de 1651 el Almirante Maarten Harpertszoon llegó a las islas y le exigió satisfacción económica a la flota allí apostada. Esta jugada tenía un doble propósito: obtener dinero, obviamente, pero también alinearse con el bando que parecía enfilar hacia la victoria en la contienda interna inglesa. La flota inglesa anclada en las Sorlingas era realista y el resto del país estaba en manos de los parlamentaristas. De ningún modo estaban capacitados, en su presente situación, para hacer frente a ninguna reparación económica. Por lo tanto los Países Bajos le declararon la guerra no a Inglaterra toda sino a las islas Sorlingas, último bastión del bando realista.

      Las fuerzas parlamentarias finalmente se impusieron y cooptaron a la Real Marina Británica hacia su bando. Sin nadie a quien amenazar, la flota Holandesa se fue a su casa. No habían disparado ni un solo cañonazo.

      En 1985 un historiador llamado Roy Duncan, cayó en la cuenta de que nadie había tenido la delicadeza de levantar esa declaración de guerra de 3 siglos atrás. Además de su profesión, Duncan era miembro del Consejo de las Islas Sorlingas y en su carácter de tal invitó al embajador holandés en el Reino Unido Rein Huydecoper a firmar formalmente un tratado de paz entre las islas y su país.

      Formalmente la guerra duró 335 años aunque nadie haya desenvainado un sable ni descargado un fusil entre los contendientes en todo ese tiempo.

      Además de que Freddy Mercury nació allí y con eso bastaría para ser mundialmente famosa, la Isla de Zanzibar alberga otro logro notable, esta vez de carácter bélico.

      Al Este de las costas continentales africanas la isla de Zanzibar tuvo durante el siglo XIX gobiernos algo independientes siempre y cuando se gobernaran de acuerdo a lo que el Reino Unido quisiera. El 25 de agosto de 1896 el sultán Hamad Ibn Thuwaini procedió a morirse. Lo hizo de manera repentina, sin estar enfermo previamente y gozando de buena salud. Probablemente su muerte sorprendió a todos menos a su primo Khalid Ibn Barghash quien estuvo firmemente sospechado de haberlo envenenado y quien asumió el mando de Zanzibar a la muerte de Hamad. Barghash se mostraba muy poco anglófilo por lo que gentilmente, las tropas inglesas apostadas en el Océano Indico, le sugirieron que abdicara en favor de su otro primo Hamud Ibn Muhammad con quien ya habían compartido algunos copetines y lo sabían más afín a sus intereses. Khalid se hizo el guapo sugiriendo que no se iría. El contralmirante Harry Rawson, al mando de una flota de 3 cruceros y 2 buques de guerra con 150 fusileros y unos 900 zanzibaríes que peleaban del lado inglés (que nunca faltan) dieron el ultimatum a Barghash: si no había abdicado para las 9 de la mañana del día siguiente abrirían fuego. Barghash subió la apuesta montando una barricada al rededor de su palacio y apostando su guardia personal en los muros.

      A las 9:02 comenzó el bombardeo. El fuego cesó a las 9:40 con la rendición zanzibarí. Murieron unos 500 isleños y un soldado británico resultó herido. Khalid Ibn Barghash pidió asilo en el consulado alemán y rajó dejando el terreno libre para que asumiera Hamud.





      De este modo consignamos la guerra Anglo - Zanzibariana con una duración total de 38 minutos. Sin dudas y por lo menos hasta ahora, la más corta de la historia.

      Largas o cortas. Crueles o incruentas. La guerra es la más cabal demostración de que 10.000 años de civilización nos han cambiado poco y nada. Es el lugar al que la humanidad va cuando se queda sin palabras.   La guerra es un procedimiento mediante el cual unas personas que no se conocen entre si se masacran en beneficio de otras que en cambio sí se conocen entre si pero no se masacran.

      El consejo más sano que Bombilla Tapada puede dar, humildemente, desde aquí es seguir el viejo axioma hippie de los 60 en medio de la guerra de Vietnam






domingo, 1 de junio de 2014

Ladrón que roba a ladrón que roba a ladrón tiene 100 al cubo años de perdón

      Si algún día andan con tiempo y se les da por pasear por Bélgica, allí donde el río Lys se junta con el Escalda, no dejen de pasar por Gante. Además de ser la ciudad capital de la provincia de Flandes Oriental, está considerada como la ciudad de Bélgica que más edificios históricos aloja. Sin ir más lejos, dentro de su catedral (consagrada a San Bavón) aún se conservan partes de la capilla original que se erigió en ese lugar dedicada a San Juan Bautista construida en fecha tan lejana como el año 900 (hace escasos 1.100 años).

      Además de disfrutar de unos riquísimos gofres de Bruselas, pueden aprovechar para visitar la catedral mencionada puesto que allí (además de los restos de la capilla de Juan Bautista) existe una obra de arte que posee una característica única. No es ni la más bella, ni la más cara. No es la más compleja ni la más sagrada. Tampoco es la más antigua o la técnicamente más perfecta. En rigor de verdad no se trata de sólo una obra de arte sino de 12 (u 11. Ya sabrán el porque de la duda) y forman lo que se llama un políptico. Es decir una obra general compuesta de varias otras (algo parecido a la tapa de Let it Be de los Beatles con la foto individual de los 4). La obra se llama Adoración del Cordero Místico, conocida también como Políptico de Gante y tiene la característica no superada aún de ser la obra de arte más robada de la historia.

      Pónganse los guantes de algodón y vengan por acá que vamos a dar vueltas por Europa detrás de estos cuadros.

      Los Van Eyck eran una familia de artistas flamencos (no estoy queriendo decir que tuvieran el cuerpo cubierto de plumas rosas y gustaran de pararse en solo una pata o que bailaran taconeando y batiendo palmas al son de la guitarra sino que eran oriundos de Flandes, ya que Bélgica como tal no existía). Se estaba acabando el período gótico del arte dando paso al Renacimiento (aunque ningún contemporáneo lo notara) y allá por la década del 60 de los 1300 nació un tal Hubert Van Eyck. Con reconocidas aptitudes para la pintura trabajó para el Duque de Borgoña Felipe III llamado Felipe el Bueno. Durante una visita de estado de nobles de Gante al bueno de Felipe llevaron a los extranjeros a recorrer los talleres de los Van Eyck. De allí surgió el encargue para que Hubert realizara una obra que decorara uno de los altares de la catedral de la que hablamos antes. En 1426 Hubert procedió a morirse y el cuadro (o los cuadros) fueron terminados por su hermano, también pintor, Jan Van Eyck.

      La pared trasera del altar quedó entonces ocupada por 12 tablas pintadas al oleo que sin embargo conservan unidad conceptual entre si. El conjunto mide 3 metros y medio de largo por unos 2,20 de alto. Las tres tablas verticales centrales superiores muestran, en el medio a un Cristo ornamentado como un rey flanqueado a la izquierda por la Virgen María y a la derecha por Juan el Bautista. Debajo y en una tabla horizontal cargada de simbolismos: un cordero sobre una suerte de tablado vierte su sangre en un cáliz rodeado de ángeles, Uno de ellos porta la cruz, la lanza con la que fue herido Jesús y la corona de espinas. A la izquierda, por detrás se acercan los apóstoles y santos. Por la derecha en el mismo plano lo hacen las mujeres mártires de la iglesia primitiva.  Por delante de la imagen aparecen los Papas y Obispos de la Iglesia a la derecha y un grupo de judíos y paganos por la izquierda. Estas cuatro tablas centrales son flanqueadas por otras 8 (4 a la derecha y 4 a la izquierda) que tienen la particularidad de que están unidas al grupo central por bisagras de modo que el políptico puede cerrarse como si contara con puertas.

      A la izquierda, unido a los paneles centrales, un grupo de ángeles cantores. Y a la derecha los músicos que los acompañan. La tabla de la extrema izquierda representa a Adán y la de la derecha a Eva. Por debajo de estas imágenes, por la derecha un grupo de ermitaños y peregrinos y por la izquierda los Caballeros de Cristo (un grupo de caballeros andantes) y "los Jueces Justos" presumiblemente un grupo de nobles de la época. Dejé esta tabla para lo último de manera deliberada. Ya verán por que.

      En los días de fiesta religiosa este grupo pictórico podía verse abierto. Normalmente estaba cerrado y su aspecto exterior muestra en el centro, arriba, dos figuras paganas (la sibila Eritrea y la de Cumas) flanqueadas por los profetas Zacarías y Miqueas. Por debajo de estos el Arcángel Gabriel le anuncia a María el nacimiento de Cristo. El último grupo de 4 tablas inferiores tiene como protagonistas al tipo que pagó por todo (Joos Vyd y su mujer Elisabeth Borluut) y a las estatuas de Juan el Bautista y Juan el Evangelista.




     Y eso es todo, que ya es bastante. Pero si no aparecen problemas la historia se pone aburrida y no es la intención

      El cuadro (los cuadros) pasaron unos 100 años en la mayor tranquilidad siendo admirados por todo aquel que diera en pasar por la catedral. Pero a mediados del siglo siguiente (1.500) el estallido de la Reforma religiosa y la aparición de lo que se llamará la Iglesia Protestante lo ponen en riesgo. Es que los calvinistas más radicalizados pretenden la desaparición de toda imagen del interior de las iglesias razón por la cual nuestro cuadro es desmontado y escondido lo más secretamente posible. Esa constituyó su primer desaparición. Años más tarde cuando todo se calmó volvió a su sitio. Durante su exilio se sospecha que estuvo oculto en el edificio del ayuntamiento de Gante.


      Un par de siglos después Napoleón invade todo lo que se le pone a su paso, inclusive la actual Bélgica. Y por supuesto que se encariña del políptico en cuestión. En 1800 se lo desmonta y los paneles centrales pasan a formar parte de la colección del museo del Louvre en París. El 26 de julio de 1815 Napoleón es finalmente derrotado y algún tiempo después el cuadro completo es devuelto a su ubicación original en Gante. Pero esto es solo el principio.





      Un año después, el Vicario de la Catedral de Gante consideró que quizá los paneles laterales de la obra no fueran tan importantes y en cambio podían proporcionarle un buen dinero. Un marchand  de apellido Nieuwenhuys los compró. Este, a su vez, se los vende a un conocido coleccionista de arte, particularmente de los siglos XIV y XV llamado Edward Solly. Este los instaló en su colección de Berlín donde fueron vistos por el rey Federico Guillermo III de Prusia. Mi homónimo (aunque en el orden inverso) no solo compró el cuadro de marras sino toda la colección de Solly y la puso en exhibición en museo Kaiser Friedrich (era un tipo modesto, por lo visto) de esa ciudad. Allí pasaron toda la Primera Guerra Mundial.

      Luego del armisticio y como una consecuencia más del Tratado de Versailles, Alemania, perdedora en la contienda, se vio obligada a devolver todas las obras de arte de las que se había apropiado no solo durante la guerra sino también antes de ella. De ese modo las 12 tablas vuelven a Gante otra vez (más no definitivamente. Todavía falta).

      La mañana del 11 de abril de 1934, el sacristán de la catedral de Gante, mientras preparaba todo para el primer oficio religioso del día, notó algo raro. La tabla correspondiente a "Los Jueces Justos" no estaba. Poco tiempo después, el Obispo de Gante, Monseñor Coppieters recibió una carta pidiendo 1.000.000 de francos belgas como rescate. Recordarán ustedes que los paneles laterales estaban pintados de ambos lados de modo que el grupo mostraba una imagen cuando estaba cerrado y otra diferente cuando estaba abierto. El ladrón devolvió la imagen de San Juan Bautista como prueba de que tenía el reverso en su poder. La demanda del millón de francos nunca fue respondida y la tabla faltante nunca apareció. Unos 10 años más tarde y dándola por perdida se le encomendó al curador del museo de Arte de Bruselas Jeff Vanderveken la confección de una copia en base a fotos de la tabla perdida y esa es la que hoy en día se muestra en Gante.

Si tienen ganas de ir al baño les pido que aguanten, que esto aún no terminó.

      Precursor del éxito de las obras de Dan Brown de la actualidad Adolf Hitler también era afecto a encontrar símbolos ocultos, particularmente allí donde no había ninguno. Como comentamos en la descripción de los paneles, el único que está orientado de manera horizontal es el que tiene al cordero como protagonista. Como también mencionamos uno de los ángeles que rodea al cordero tiene en sus manos la cruz, la lanza y la corona de espinas. Algunos trasnochados ocultistas llamaron a estos 3 objetos los Arma Christi y le confirieron poderes especiales para con su poseedor. Hitler creía que el cuadro en su conjunto ocultaba las claves de donde poder encontrar estos tres objetos, y como no podía ser de otro modo y para mantener lo que a esta altura es casi una tradición, los robó. El políptico terminó otra vez en Berlín.

      Fue de tal magnitud el saqueo Nazi a las obras de arte de toda Europa durante la Segunda Guerra ( para ellos eran alemanas todas las obras confeccionadas por un alemán, o por un hijo de padres alemanes, o por un descendiente de habitantes de algún territorio reclamado como alemán y hasta quizá por algún artista que hubiera desayunado alguna vez con tostadas de pan alemán en un caso extremo) que a poco de llegar al continente, los aliados establecieron una suerte de batallón llamado Monuments Men. Estos hombres tenían por objeto recuperar la mayor cantidad posible de obras de arte sustraídas por los Nazis durante el conflicto. Y habían tenido bastante éxito pero el Políptico de Gante seguía sin aparecer.

      Cerca de la frontera austriaca  en los Alpes se encuentra la localidad de Altaussee. Por allí andaban los Monuments Men cuando a uno de ellos le dio un prosaico dolor de muelas. Como es normal en estos casos buscaron un dentista de urgencia. Durante la consulta, el dentista les sugirió además del lavado dental luego de cada comida, que visitaran a su yerno (al yerno del dentista) dado que durante la guerra había oído que quizá hubiera participado de algún movimiento de obras de arte apropiadas por el ejército alemán. El yerno resultó ser Hermann Bunjes, asesor de Alfred Rosemberg quien a su vez era el director de una oficina conocida por las siglas ERR y que tenía por objeto el secuestro de obras de arte una vez que el ejército Nazi hubiera ocupado una nueva población.

      Dentro de un depósito de una mina de sal abandonada en las afueras de la localidad se encontraron junto con obras de Rembrandt, Rafael y Miguel Angel, los cuadros de Van Eyck.

      Vuelvo entonces a la recomendación con la que comienza la presente nota. Si andan por Gante, no dejen de visitar la Catedral de San Bavón y particularmente el Políptico del Cordero, no sea cosa de que alguien se lo robe nuevamente

Que anden bien.