domingo, 22 de diciembre de 2013

Te lo bato pa´que manyes: El extraño origen de algunos términos lunfardos

     
      Parece que hace mucho, en Babilonia, había una construcción llamada Etemenanki. Era un zigurat, es decir una pirámide escalonada, que alcanzaba la sorprendente, para la época, altura de 91 metros. La Biblia transformó esa torre en algo perverso como todo lo que hacían los babilonios. La leyenda creada luego la asocia con una pedante pretensión de alcanzar los cielos. 



     
      Todo funcionó aparentemente bien. Los obreros iban y venían. Se cocían los ladrillos y se pegaban con asfalto. Subían los baldes, bajaban los martillos. Todo muy lindo hasta que Dios se calentó. ¿Así que quieren ser pulentas y llegar al cielo? - dicen que dijo - ahora agarro y me les confundo todos los idiomas, me les confundo. Y entonces, toda la gente que vivía por ahí, que hablaba la misma lengua, de repente comenzó a hablar idiomas diferentes. La primer consecuencia es que ya no se pudo seguir adelante con la construcción de la torre. La siguiente fue el nacimiento de los múltiples idiomas con los que la humanidad se comunica o se separa.

      La actualidad nos encuentra con entre 3000 y 5000 idiomas. Unos 600 de ellos son hablados por grupos humanos de menos de 100.000 habitantes.  El más hablado y que duplica a su inmediato perseguidor es el chino, seguido de lejos por el ingles, el hindi, el español y el ruso. Pero allí donde todos ponen el mayor esfuerzo en entenderse, hay vueltas del idioma que sirven para todo lo contrario. 

     
      En principio están los lenguajes técnicos. La idea no es la segregación entre los que lo hablan y los que no sino la precisión. La construcción de un puente, un edificio o una máquina no admite que alguna pieza sea descrita como "el cosito". La ubicación exacta de una dolencia es fundamental para el ejercicio de la medicina. Sería inadmisible que las instrucciones de un clínico a un cirujano consistieran en :"Fíjese ahí, por la panza". Al igual que los protagonistas de "La naranja mecánica" que tienen un lenguaje propio que les facilita diferenciarse de los demás, los diferentes grupos etarios mantienen ciertos giros del lenguaje que les permiten  marcar su territorio idiomático de modo que quede claro quienes pertenecen al grupo y quienes no. 

     
      Uno de esos grupos, digámoslo de una vez, son los delincuentes. Un punto importante en toda actividad delictiva es mantener el secreto y una de las formas es que nadie sepa de que estamos hablando. Aparentemente, en el norte de Italia había una buena cantidad de prestamistas y banqueros. Tal como hoy, dichas profesiones se equiparaban a la estafa cuando no al robo liso y llano. De modo que como una de las regiones del norte de la península itálica es Lombardía, y allí se habla lombardo, era así como llamaban al argot de los ladrones. Al llegar a nuestras tierras el término lombardo sufrió una ligera modificación y paso a llamarse Lunfardo.

      Su éxito fue su fracaso. Creado (involuntariamente) para ser secreto, lentamente pasó a formar parte del habla cotidiana hasta de los sujetos más ilustrados. Hoy vamos a meter las narices en los orígenes de algunas de las palabras del lunfardo que utilizamos a diario y que no tenemos idea de donde vienen. Quédense piolas y vengan de queruza.

   
       La primera de ellas es mina. Hasta las propias mujeres la utilizan para hablar de si mismas. Sin embargo, si nos remontamos a su origen, el término es insultante. Los proxenetas (cafishios en el habla lunfarda. Su origen está más abajo) son tipos que hacen trabajar a las mujeres de prostitutas para su propio beneficio. Imaginemos una conversación entre dos de ellos mientras toman unos Pernod:

- Yo tengo 7 mujeres que trabajan para mi - dice el primero de ellos.
- Yo en cambio tengo solo 4, pero una de ellas es una mina de oro, me trae ella sola más que las otras 3 juntas, me trae.


      El termino mina, se acuña para referirse a una prostituta que factura mucho, como si fuera una mina de metales preciosos. Los orígenes del término no son muy halagadores.

   
      Los primeros ferrocarriles de la Argentina fueron construidos por empresas británicas. Mientras los obreros nacionales colocaban la piedra, los durmientes y las vías, los jefes ingleses recorrían la línea inspeccionando, sin hacer ningún trabajo físico. Generalmente lo hacían caminando con sus manos unidas en la espalda lo que en el inglés que hablaban los ingenieros británicos se dice "back hand". Pues bien, en lunfardo, para referirse a aquel que no trabaja y sin embargo vive bien, se utiliza la palabra "bacán" que es una deformación ligera del término inglés de referencia.

     
      La trata de mujeres con fines de prostitución no es lamentablemente nueva. Enormes organizaciones movilizaban cientos de jóvenes de un lugar a otro del mundo con fines de esclavitud sexual. Todas las legislaciones tuvieron por siempre, desde que la civilización dejó de retener a mujeres y niños como botín de guerra aceptable, restricciones y penas en contra del tráfico humano. Los proxenetas debieron actuar con astucia tanto como para no ser descubiertos en sus movimientos. Una forma de trasladar personas de un lugar a otro es camuflándolas entre medio de un cargamento de mercadería legal. Uno de los más comúnmente usados era el pescado seco, stockfish en ingles. Bajo la apariencia de un contenedor de pescado se ocultaba el trafico de varias decenas de mujeres. La deformación de la palabra original deriva en cafishio, que es el lunfardo para proxeneta.

   
      El que dice tener unas influencias con las que no cuenta. Quien repara algo de manera defectuosa. El que promete lo que sabe que no va a poder cumplir. Todos ellos reciben en nuestro lunfardo el nombre de "chantas". Para encontrar el origen hay que viajar a Nápoles (en realidad no hace falta pero queda lindo decirlo). Supongamos que alguien tiene rota, digamos, una ventana. Quien se pone a repararla, en lugar de reemplazar las maderas defectuosas o rotas, agrega refuerzos con otras maderas realizando una reparación poco feliz. En Nápoles, en dialecto campanio se los llama cianta puffi lo que significa clava clavos. Con una ligera modificación en la pronunciación obtenemos nuestro chanta que hace las cosas rápido y mal.

     
      Calabria forma la punta y la suela de la bota imaginaria que dibuja el mapa de Italia. Justo enfrente está Grecia, por lo tanto el calabrés ha recibido una influencia de siglos de penetración griega y muchas palabras de su léxico tienen ese origen. Normalmente, salvo que sea uno de esos nuevos jugadores de poker profesionales que salen por TV, los juegos de cartas y de dados están reservados para momentos de ocio o esparcimiento. Casualmente en griego, ocio o recreo se dice Skolé, y cruzando el atlántico, el juego de dados o cartas se convierte en escolazo.

   
      En algún otro post hablamos de la influencia musulmana sobre el idioma español, merced a los 5 siglos que los árabes pasaron visitando por la fuerza la península Ibérica. Una forma con la que los árabes se refieren a los tontos o menos agraciados intelectualmente es Yahil, esta palabra se ha deformado un poco para llegar al andaluz como gilí, y luego a nuestro lunfardo como gil. Por su similitud sonora el lunfardo porteño admite también el término alternativo perejil.





   
      Hace algunos años, el común de la gente tenía muy poca ropa. Una vestimenta para los días de semana hábiles y, si tenían dinero suficiente, un traje dominguero. Posiblemente por ser más barato tuviera alguna ropa interior de más como para cambiarse. Hoy contamos con comercios que venden, entre otras cosas, ropa interior y sábanas que llamamos casas de lencería. La palabra lencería viene de linghe que en uno de los tantos dialectos italianos es el nombre que recibe el atado de ropa, cubierto mayormente con la única sábana con la que el tipo contaba para armarse una cama medianamente digna. Ver a alguien con ese atado colgando de la punta de una vara y llevado al hombro y pensar el la palabra linyera, es todo uno. Y es razonable puesto que ese es el origen de la palabra en cuestión. El linyera es aquel que, no teniendo casi nada, lleva sus modestas pertenencias (la linghe) en un atado colgadas de un palo.

     
      Carlos V al mando de las tropas españolas venció en una batalla a Francisco I quien encabezaba los ejércitos francés y suizo juntos. Según dicen los expertos fue la primer batalla en la que las armas de fuego tuvieron una real participación. Los arcabuces españoles propinaron tal paliza, en particular al ejército suizo, que el balance de bajas de la batalla fue de 3.000 muertos por el lado de Francisco I y tan solo uno por el lado de Carlos V. Tan fácil fue el triunfo que hasta el día de hoy cuando algo resulta sencillo, barato o simple de conseguir se apela a nombrarlo como la localidad italiana en la que se desarrolló semejante contienda. Estamos hablando, claro, de la batalla de Bicocca.

   
      Los marineros llevaron siempre una vida muy dura. A los rigores propios de la mar había que agregarle unos salarios miserables. Por eso era una convención que los tripulantes de naves mercantes pudieran llevar algunas mercaderías propias para vender llegados a puerto en su propio provecho. Ese paquete de mercaderías recibía el nombre de paca o paco. El contenido de esos pacos se llamaba pacota y generalmente estaba constituido por cosas de escaso valor. Por lo tanto, quien tiene tan poco valor que no puede enfrentarse a alguien mano a mano y prefiere la superioridad numérica forma un grupo llamado pacota o patota. Y de ahí nuestro patotero. Otra derivación de estos términos, que no es usada normalmente por nosotros es pacotilla. Usada como adjetivo le baja la calidad al sustantivo como por ejemplo reloj de pacotilla o profesor de pacotilla.

      Y si hay palabras que vienen del inglés, el italiano, el árabe ¿Por que no echar mano a alguno de nuestros idiomas autóctonos? Las sobras, sean de algún material o aún de comida, llevan en quichua el nombre de puchu. Hoy se usa la palabra pucho para designar un cigarrillo de papel entero, pero originalmente solo se usaba como sinónimo de colilla, es decir de la sobra de un cigarrillo.

     
      Suponían, y algunos aún suponen, que hay personas que emiten mala onda. Son esos tipos que hacen que se corte la luz cuando llegan a una fiesta. Si saludan a alguien este se enferma. Si ponderan un auto o bien se rompe o bien choca. La sabiduría popular dice que estos nefastos tipos emiten mala suerte. Uno de los términos que el italiano tiene para decir emitir, eyectar es jettare. Y es este el origen de nuestra palabra Yeta que califica a aquellos que con solo nombrarlos provocan desgracias.

      Por último, y esto no agota los términos ni mucho menos, otra de las mecánicas con las cuales una palabra convencional se transforma en un término lunfardo es el procedimiento del "vesre". Consiste en alterar el orden de las sílabas de una palabra ya existente. Por ejemplo, las insignias de los suboficiales de la policía están compuestas de ciertas combinaciones de tiras doradas. Por tanto, no es extraño que para el bajo fondo tira sea sinónimo de policía. Mediante el "vesre" tira se transforma en rati, y es así como se los llama de manera despectiva. Aunque el mecanismo del vesre no es estricto en cuanto a las reglas de alteración del orden de las sílabas, es uno de los sistemas más comunes de asimilar palabras del idioma convencional para transformarlas en lunfardas. El batidor (quien le adelanta a la policía los movimientos futuros de sus propios compañeros. Un soplón) se transforma así en ortiba. El bocina (otra forma de llamar al delator) se convierte en cobani. Si uno comete una gran fechoría o toca de manera genial algún instrumento musical o hace algo de manera mucho mejor a la que se espera, en lugar de la expresión convencional: "¡Te pasaste!" el lunfardo, vesre mediante, la convierte en "¡Te zarpaste!".

      Se las termino con un poema de Celedonio Flores que, para quien no conoce los términos del lunfardo resultaría intentendible. Si necesitan ayuda, avisen:

Pa´fioca no sirvió porque una mina
a quien le hizo un laburo deshonesto
le dio el apuntamiento en una esquina
y delante del cana le dio el pesto

Quiso hacer un scruche y cuando fueron
a arreglar la cuestión de la biyuya
te le hicieron un laburo, te le hicieron
y tuvo que poner menega suya

Fue pintor, albañil, bandoneonista
Cantor aficionado, fue cloaquista
batidor, amargao y atorrante

Hoy requinta una gorra, usa taquito
Se apila a una pilolita y pega el grito
"Se me quieren correr más adelante"


  

domingo, 8 de diciembre de 2013

Y...de algo hay que morir...

     
      La literatura y el cine están llenos de protagonistas heroicos. Sujetos que luchan por sus ideales, sea cuales fueren. El honor, el amor, su familia. El climax en esos casos se alcanza cuando, sobre el final de la novela o película, el protagonista procede a morirse en defensa de lo que cree justo. Los lectores o espectadores, según sea el caso, envidian (pero poco) el destino glorioso del personaje en cuestión. Morir por lo que uno considera importante o justo es de una nobleza insuperable.


       Al común de los mortales solo nos queda la indigna letanía de una larga enfermedad o la súbita retirada por fallas cardíacas. Difícilmente podamos alcanzar la dignidad de una muerte por una causa noble. Sin embargo Bombilla Tapada hoy va a presentar algunas historias de tipos que se quedaron a mitad de camino. Todas terminan mal pero los decesos en cuestión se han producido por sostener una idea propia. Tipos que creyeron en algo, sin la gallardía del amor o el honor, y lo llevaron hasta las últimas consecuencias, al menos para ellos. 

     
      Una de las diversiones mas comunes de los niños cuando se bañan es la de sumergir algún objeto cóncavo en la bañera, con la concavidad para abajo, y notar como el aire escapa luego, más o menos violentamente, en forma de burbujas. Este principio era conocido desde hace mucho tiempo y existieron desde la antigüedad intentos por aprovecharlo para construir un artefacto que pudiera movilizarse bajo las aguas. Se supone que un tal Cornelius Drebbel logró hacer funcionar uno de estos engendros bajo las aguas del Tamesis en 1620. Desafortunadamente no quedan registros fieles de como estaba construido pero los relatos existentes lo identifican como una campana donde se almacenaba aire, impulsada por remos. El primer submarino funcional de la historia, con datos documentados (Si un día andan por Louisiana dense una vuelta por el Museo Estatal, donde hay una réplica) fue desarrollado y construido por Horace Hunley. Don Horace pertenecía al bando del Sur en la guerra de secesión y su aparato (de nada despreciables 12 metros de eslora) era capaz de sumergirse y colocar una carga explosiva en el casco de un navío sin ser detectado. Y de hecho lo hizo. El 18 de febrero de 1864, el USS Housatonic, del bando norteño, se alzó con el honor de ser el primer barco hundido a causa del accionar de un submarino: el CSS Hunley. Funcionó, si, pero una falla hizo que sus 8 tripulantes murieran ahogados. Horace Hunley entre ellos.

      Si el agua provocó la fascinación que le costó la vida a Horace Hunley no menos fascinante para los hombres ha sido el dominio del aire. Desde mitos griegos hasta el famosísimo  Leonardo da Vinci todos soñaron con dominar los aires. En este caso hablaremos de 2 de ellos que terminaron particularmente mal. 

   
     El primero de ellos es Otto Lilienthal. Un ingeniero industrial alemán que tenía un trabajo y una pasión. Su trabajo era diseñar motores. Su pasión: despegarse del suelo y volar. En 1886 diseñó y patentó un pequeño motor adosado a calderas tubulares que funcionó de maravillas. Los ingresos provenientes de la explotación de su invento le dejaron las manos libres para desarrollar su real pasión. El diseño y construcción de aeronaves. Nótese que lo que puede llamarse vuelo de un aparato más pesado que el aire ocurrió recién en 1903 con la experiencia de los hermanos Wright, así que Lilienthal era realmente un pionero. En compañía de su hermano Gustav realizó más de 2000 intentos de volar con sus diseños de planeador con éxito relativo. El 9 de agosto de 1896 había logrado que su planeador alcanzara los 17 metros de altura (algo así como la altura de un edificio de 6 pisos). Desde allí bajó, gravedad mediante, hasta el suelo de Berlin quebrándose la columna vertebral y muriendo al día siguiente.

     
      El segundo de los apasionados por el aire fue un sastre. No, no me he salteado la sílaba "de" equivocándome al escribir "desastre" (como realmente terminó). El tipo era sastre de los que confeccionan ropas y se llamaba Franz Reichelt. Su berretín era construir un paracaidas que lograra frenar el descenso de una persona desde cierta altura y depositarlo sano y salvo en tierra. Probó primero con un muñeco que, previsiblemente se estrelló contra el suelo sin atenuantes. Terco el hombre, consiguió permiso para saltar desde la cima de la Torre Eiffel y lo hizo el 4 de febrero de 1912 con el mismo resultado. Se hizo pomada contra el suelo. Convencido de su éxito, Franz había contratado a dos camarógrafos para que registraran el momento. Si son lo suficientemente morbosos aquí tienen el video de la caida libre:

http://www.youtube.com/watch?v=FBN3xfGrx_U

     
      El último, por hoy, de los mártires es el de la muerte más ridícula. El ingeniero norteamericano Thomas Midgley es el responsable de haber descubierto que ciertos compuestos de plomo adicionados a las naftas impedían que dentro del cilindro ésta explotara por compresión. Descubrió también el uso de los compuestos Cloro Fluoro Carbonados como propelente en aerosoles y refrigerante en equipos de aire y heladeras. Es decir, por culpa de sus descubrimientos nos intoxicamos con plomo e iniciamos el agujero de ozono. De él se dice que es la persona individual que mas daño le ha causado al planeta. De todos modos no hizo falta que ninguna organización radical ecologista hiciera justicia por mano propia. A sus 51 años el ingeniero Midgley contrajo la poliomielitis y si bien sobrevivió, la enfermedad le dejó secuelas motrices. Diseñó entonces una cama con un complejo sistema de cuerdas y poleas a fin de poderse incorporar, acostarse y sentarse sin ayuda. Utilizándola, se enredó con una de las cuerdas, cayó y murió estrangulado.

      En este mundo de hoy queda poco lugar para los Sargentos Cabral que mueren por un ideal. O para Romeos que mueran por amor. Pero siempre habrá lugar para quienes lleven sus ideas o invenciones demasiado lejos. Bombilla Tapada tendrá siempre un lugar en su corazón para aquellos que se envenenen con sus propios preparados, se corten con su propio cuchillo o se ahorquen con sus propias sogas.

Que sueñen con los angelitos.





      


domingo, 1 de diciembre de 2013

Con Belisario y Juan...Al Infinito y más allá!

      En los últimos posteos de el presente blog los invité a viajar lejos en tiempo y espacio (Persia 1.300 años antes de Cristo o la India casi 200 años atrás). Es pues tiempo que nos quedemos acá y que si hemos de retroceder en el tiempo no sea tan violenta la retirada sino que nos movamos unos 50 o 60 años apenas.

     
      Hace pocos días se anunció el próximo lanzamiento de un nuevo satélite argentino el AR SAT I y los ensayos de construcción del AR SAT II a la vez que entra en la etapa final de diseño el SAOCOM 1 A. Alguien pudiera pensar que mientras las grandes potencias espaciales (EEUU o Rusia) lanzan gente a realizar tareas científicas en pleno espacio o sondas a los diferentes planetas de nuestro sistema solar, que nosotros sintamos orgullo por los satélites construidos aquí es apenas un premio consuelo. Aún sabiendo que no hay en el mundo muchos países constructores de satélites (apenas 6. 7 con la Argentina) el hecho de que los demás estén viajando a otros planetas, mientras que nosotros apenas llegamos acá a la vuelta, hace que uno se sienta lejos. Si me acompañan y prometen no tocar nada, les voy a contar que hace unos 50 años estábamos cerca, muy cerca. Como en tantas otras oportunidades, lo que unos gobiernos avanzaron, otros lo retrocedieron. Pónganse la cofia y los guantes que vamos a develar el pasado espacial de nuestro país.

     
      Antes que nada unas aclaraciones para que todos sepamos cuan difícil es la cuestión. La tierra es una masa de piedra y agua gigantesca. Nos atrae con una fuerza enorme, en parte por culpa de Newton. Cualquiera que haya saltado hacia arriba alguna vez, tendrá claro que por mucho que nos empujemos, el camino recorrido es corto. A poco de subir, nos precipitamos hacia abajo con la misma facilidad. Aún los aviones que parecen tener la magia de despegarse del suelo, en cuanto dejan de ser impulsados por sus poderosos motores descienden por culpa de la maldita gravedad. Hay que hacer muchísima fuerza para escaparse de ella. La velocidad de escape de la Tierra es de 11 kilómetros por segundo. Si, no me equivoqué, por segundo. Si los cálculos no me fallan, unos 40.300 kilómetros por hora. Cuanto más pesado sea el coso que queremos lanzar fuera de la Tierra, más grande será la fuerza a desarrollar para lograr la aceleración necesaria para alcanzar esa tremenda velocidad.

      La gran ventaja es que, conforme nos alejamos del centro de la Tierra, la fuerza con la que nos atrae es considerablemente menor que en la superficie. Para decirlo más claro: cuanto más nos alejamos, más fácil es seguir alejándose. Así las cosas, vamos a la historia.

   
      Una vez que el hombre tuvo claro lo de la velocidad de escape, también tuvo claro que el único método para lograr salir de la atracción gravitatoria era el cohete. La intención en un principio fue poner en órbita terrestre un aparato, luego algún ser vivo y de últimas una persona. Finalmente, por todos es conocido que el 4 de octubre de 1957, la entonces Unión Soviética logró la hazaña de poner en órbita al Sputnik, una pelota de metal de unos 80 kg de peso (de masa, debería decir, pero eso es motivo de otra nota). Pero apuesto a que ninguno de ustedes conocía que tan temprano como en 1949, científicos argentinos diseñaron el AN-1, un motor que en mayo del año siguiente impulsó al cohete Tábano haciéndole alcanzar una nada despreciable velocidad de 850 Km/h.

        Para ese entonces (1957) se habían comprobado 2 cosas fundamentales. Que los cohetes podían llegar tan lejos como se quisiera y que un aparato podía resistir la velocidad, el empuje necesario y las condiciones de ingravidez del espacio. Pero....un tipo? En principio, probar con una persona era moralmente objetable, entonces la solución más a la mano y con menos impedimentos éticos fue enviar animales al espacio.

   
      En noviembre de 1957, un mes después del lanzamiento del 1º Sputnik, la perra Laika se convierte en la primer mártir de la carrera espacial a costa de ser el primer ser vivo en salir de la Tierra. Ya poner un aparato en órbita había dejado de ser el objetivo. La carrera de ambas potencias consistía en ese momento en poner a un humano a dar vueltas al rededor de la Tierra y traerlo vivo a casa para que cuente como le fue. En eso andaban los Rusos y Norteamericanos. Tímidamente los franceses andaban lanzando cápsulas con animales con el mismo objetivo pero sin la presión de tripularlas con humanos convirtiéndose en el 3º país de la lista. Sorprendentemente, hace su aparición el 4º país en integrar el selecto club de los lanzadores de seres vivos al espacio.

   
      Para 1967 el CELPA, (Centro de Experimentación y Lanzamiento de Proyectiles Autopropulsados) había cumplido con el desarrollo de una serie de lanzadores apellidados Centauro (Alfa, Beta y, adivinaron, Gama) y desarrollaba un nuevo proyecto llamado Orion. Los lanzadores Orion podían albergar una carga útil de unos 25 kg. y alcanzar los 114 Km de altura, fuera de los 100 km que se consideran el límite de la atmósfera y el comienzo del espacio exterior. Se acondicionó especialmente una cápsula con medidores biométricos en la ojiva del mismo y se entrenaron 3 grupos de ratones, para luego seleccionar uno de ellos. Los del primer grupo fueron bautizados con nombres comenzados con A (Alejo, Aurelio y Anastasio) los del segundo con B y obviamente los del último con C. Fue elegido entonces un ratón del 2º grupo llamado Belisario. Finalmente el 11 de abril de 1967 Belisario se convierte en el primer argentino en el espacio. Y no solo eso, a diferencia de Laika, Belisario tocó tierra suavemente y vivió para contarlo (en realidad se lo había entrenado pero no lo suficiente como para que lo cuente). Argentina se ponía cuarta, en la fila de los países que habían logrado sacar del planeta a un ser vivo.

     
      Pero habría más. Un par de años más tarde sería el turno de Juan. Era un mono caí oriundo de la provincia de Misiones, que a bordo de un cohete Canopus II llegó al espacio en vuelo sub orbital el 23 de diciembre de 1969. Luego del vuelo, quizá su mejor premio hubiese sido volver a su selva natal, pero no pudo ser. Se convirtió durante algunos años más en la principal atracción del zoológico de la Ciudad de Córdoba.

 
       De ahí en más, la actividad espacial argentina se va apagando de a poco. Un proyecto que podría haber sido interesante, la apagó del todo por presiones políticas. Se trataba del Cóndor  un misil que, además de fines bélicos podría tener la capacidad de colocar una carga de hasta media tonelada.

     
      Hubo que esperar hasta 2007 para que Argentina se ponga nuevamente en carrera. Se trata ahora de la serie de cohetes Tronador que permitirá colocar en órbita cargas satelitales no sólo propias sino de quienes alquilen sus servicios. Se calcula que su vuelo inaugural pleno ocurrirá en diciembre del 2015.

   





       Quizá esto parezca poco, pero teniendo en cuenta que fuimos el 4º país del mundo en enviar un ser vivo al espacio y uno de los 7 países que construyen sus propios satélites, si todo sale bien, para fines del 2015 seremos uno de los 10 países del mundo que construyen sus propios vehículos espaciales.

       Definitivamente no es poco. En el 2001 nos conocían por lanzar piedras a la policía y hoy lo hacen por lanzar nuestros propios satélites en nuestros propios vehículos espaciales.