domingo, 14 de julio de 2013

Hoy en Bombilla Tapada: "La sartén por el mango" o "el chupetín por el palito"

     
Hace unas décadas. Antes del cable y del DVD y del vídeo VHS, uno tenía que conformarse con lo que había en la tele en ese momento...y había más bien poco. Noticieros a mediodía y al caer la noche. Dibujos animados por la mañana temprano y a eso de las 17 hs. Novelas entre medio y por la noche. Después de los noticieros; programas cómicos, de actualidad o políticos o en su defecto películas añejas. Los sábados por la noche ,creo recordar que en canal 9, se emitía algo así como "El teatro de Darío Vittori". Este señor italiano ponía en escena todos los sábados una, digamos, obra de teatro cómica, digamos, que transcurría invariablemente en un living. A través de sus múltiples puertas (las del living) circulaban los personajes que venían de la calle y entraban al dormitorio, salían de la cocina e iban al estudio, o charlaban en el sillón y salían a la calle. Todo ocurría en el living de la casa. Estas comedias llamadas de enredos eran llevadas adelante por un discreto número de actores sábado tras sábado y, por lo tanto, quien había sido doctor el sábado pasado era mayordomo en esta edición y sería padre de la novia en el envío siguiente. Sin actuaciones demasiado destacables, el género tampoco necesita demasiada dote histriónica, con un bigote de utilería, con lentes o peluca, uno podía manifestar que al pasar de los sábados, los personajes del programa de Vittori eran siempre los mismos.

      A esta altura ya se estarán preguntando a donde voy con todo esto. Es que, por estos días, entre los precios del pan y los tomates, la desaparición y regreso del trigo y los acuerdos de precios, también podemos llegar a la conclusión que en esta tragi-comedia, los actores son siempre los mismos.

     
De cada 100 productos que se venden hoy en el país, 58 fueron comprados en un supermercado. Por supuesto, uno busca la comodidad de poder adquirir la mayoría de su compra en un sólo lugar y de una sola vez. De chico, mi vieja debía comprar la carne en la carnicería, las verduras y frutas en la verdulería y el resto de la provisión de alimentos en el almacén  Hoy nos volvemos del super con bananas, pan fresco, pechito de cerdo, tornillos para madera, un neumático para el auto y la Barbie Meretriz en un único y capitalista acto. Este cambio en el modo de comprar de la mano de nuestra indudable comodidad, les da a los supermercados el poder de ser uno de los eslabones más importantes en la cadena de la formación de precios. 

- Bueno - dirá usted- supermercados hay muchos. Y hasta diera la impresión de que compiten entre ellos...

- No crea - responderé entonces yo - no crea que son tantos.

     
Del total de lo que se vende a través de los supermercados el 70% está en mano sólo de 3 comercios y sus satélites. El galo Carrefour se queda con una tercera parte de esas ventas, y si no te los vende a nombre de él lo hace a través de la cadena Día o Norte, que también les son propias. Si Carrefour no te convence, hay un 21% que elije comprar en Jumbo (o en Disco y Vea que son lo mismo). Por último con otro 20% el vernáculo Coto te vende lo que falta para llegar a ese 70%.

     
Por si no alcanzara con que las redes de comercialización estuvieran en tan pocas manos, algo parecido (sino peor) pasa con la producción de ciertos bienes. A la hora de fabricar un auto, o un lavarropas o un kiosko de flores y necesitar chapa laminada, 99 de cada 100 provienen de un sólo fabricante: Siderar. En cambio, si de construir se trata y a la hora de comprar cemento sólo tenemos 3 opciones. Es decir la totalidad del mercado está manejada por solo 3 empresas. Loma Negra, Minetti y Cementos Avellaneda. La primera de ellas, ex propiedad de la ex dama de beneficencia Amalia Lacroze de Fortabat, barre por si sola con el 60% del mercado.

     
Si tomáramos al azar galletitas de una góndola, abriéramos los paquetes y las mezcláramos, el 73% de ellas habrían sido fabricadas o bien por Arcor o bien por Danone. Si quisiéramos acompañar nuestras galletitas con leche o yoghurt o leche chocolatada y eligiéramos el descabellado método de mezclar todo, 7 de cada 10 vasos tendrían productos de solo 2 empresas: La Serenísima o Sancor. Dado que en la producción de yoghurt y postres lácteos La Serenísima está asociada con Danone, es altamente probable que nuestras meriendas y desayunos estén dominados por una única empresa. Si en lugar de galletitas, elegimos pan envasado, será muy difícil que no sea o Bimbo o Fargo. La primera por si sola se queda con un 62% del mercado dejándole mayoritariamente el resto a Fargo y solo migas (nunca mejor dicho) al resto de las empresas (Yo, Carlos Sacaan, lo garantizo).


-Yo no creo que sea tan así - dirá usted a esta altura ofuscado - yo no me dejo llevar por el mercado. Yo elijo lo que compro. No soy un cordero que se deja llevar por las narices. Frente a las góndolas del supermercado escojo entre la yerba Cruz Malta o Nobleza Gaucha. Elijo llevar fideos Matarazzo o Don Vicente o Lucchetti. Puedo hacer comparaciones de modo que compre el aceite que más me convenga, sea Lira o Cocinero. Si estoy apurado y quiero llevar algo congelado para comer rápido, evalúo si lo que más me satisface son los productos de Good Mark o de Granja del Sol. No crea que todo es así como usted lo pinta.


- Es aun peor - diré yo dejando el habano en el cenicero y esbozando una sonrisa socarrona - Todos esos productos que usted nombró, aún los que parece que compiten entre ellos, son de una sola empresa:Molinos Río de la Plata.


- No le creo - se indignará usted golpeando su puño sobre la mesa, haciendo saltar el habano por los aires - Yo puedo comprar una cara mermelada Arcor en frasco de vidrio o una berreta Dulciora en un infame pote plástico. Un chocolate Águila tradicional o un algo más barato Cofler, o un Bon o Bon, o unos Rocklets. Es más, puedo comprar un barato y casi desconocido alfajor Tatín o un Tofi de tres capas, que es una marca de renombre o si no un Blanco/Negro de Bagley. Y si quiero cuidarme puedo elegir comer galletitas de agua Serranas, Hogareñas, Criollitas o Traviata. - su cara comienza a ponerse pálida viendo como crece mi sonrisa. - ¿No me diga que......


- Si amigo - le contestaré yo con un gesto de suficiencia y los pulgares enganchados por debajo de la sisa del chaleco - todo lo que usted nombró, aún lo que lleva la marca Bagley, lo fabrica Arcor.





- No me voy a rendir tan fácil - intentará usted una última defensa - No me va a decir que es lo mismo un delicado chocolate Cadbury que un tosco Shot. O que los tradicionales fideos Don Felipe Terrabusi o Canale vienen a ser lo mismo que unos económicos Vizzolini. O quizá tratará de convencerme que las famosas Express tienen algún punto de contacto con las insulsas Mayco.


- Le pido que tome esto con la mayor calma posible, amigo lector - trataré de serenarlo - todos esos productos son de Kraft

- ¡Mierda! - maldecirá usted - ¡Nos tienen rodeados!

      



      Más allá de algún aumento estacional. Más allá de las notas a los panaderos, como si fueran ellos los artífices del precio del trigo, de su abundancia o su ausencia. Lo que queda más o menos claro, escalofriantemente claro, es que para cuanto nos va a alcanzar la plata este mes está en manos de unos, digamos, 50 tipos por sobre una población de 44 millones de personas.

      Ahora, si por casualidad, algún funcionario llega a pretender tomar alguna medida correctiva contra alguna de las empresas mencionadas, no faltará (lo garantizo, como don Sacaan) algún medio de comunicación que esgrima la libertad de comercio y de mercado como escudo defensivo, para que semejantes abusos se sigan cometiendo. Entre esos 50 tipos que tienen el chupetín por el palito, también están los dueños de los medios monopólicos.

     
Mientras tanto seguiremos elucubrando estrategias, comparando precios, midiendo volúmenes, leyendo informaciones nutricionales, descifrando etiquetas, sosteniendo en una mano un tetra pack de tomates Arcor y en otra una lata de La Campagnola o de Salsatti sin saber que elijamos lo que elijamos, nuestro dinero irá a parar a la misma bolsa. (Si, adivinaron otra vez, son las 3 de la misma empresa)


      Es que, desde hace mucho tiempo, los actores de esta escena son siempre los mismos, como en las comedias de Darío Víttori.

Que anden bien!