domingo, 28 de abril de 2013

El Borda y la semiótica. Desde la estadística hasta Lincoln pasando por los medios de comunicación

     
Si bien es importante lo que se dice, no lo es menos como se dice. El modo y las palabras usadas para transmitir un mensaje modifican la percepción de quien lo recibe y existen profesionales del análisis del discurso capaces de hacer parecer importante la sandez más baladí o que parezca una tontería un hecho importantísimo. Normalmente no nos tomamos es tiempo para analizarlo, pero merecería que meditáramos la forma en la que nos llegan los mensajes de modo de no tragarnos un sapo y lo que es peor, que no lo andemos desparramando por ahí como verdades incuestionables sin haberlo pasado previamente por el tamiz de nuestro razonamiento.

   
El más claro ejemplo que se me ocurre para ilustrar es la manera en que actualmente las empresas se deshacen de los empleados que ya no cubren las expectativas deseadas. Hace algunos años, se utilizaba un directo y brutal: "Está despedido" con sabor a empujón y dolor de patada en el culo. Luego el mismo hecho (te quedaste sin laburo, por lo menos acá) se ilustró bajo el eufemismo: "La empresa prescinde de sus servicios" . Actualmente, los profesionales de los recursos humanos utilizan un aséptico: "Está desvinculado". Yo no te echo, es solo un vínculo que se rompe, como si se tratara de una acción involuntaria, un accidente. 

   
Con connotaciones más políticas y económicas, hace más de 10 años, los bancos se quedaron con nuestra plata. En el mejor de los casos nos la entregaron a cuentagotas y con miles de trabas en medio. Aquellos que tenían dinero ahorrado para lo que fuere, veían con estupor como pretendían cambiarle sus billetes por papeles pintados que decían "acá tenemos su plata pero ni locos se la vamos a dar". Esa confiscación grosera, ese latrocinio de guante blanco fue llamado por el gobierno de turno y aceptado y repetido por los medios de comunicación como "corralito". El corralito es un recinto donde uno coloca a sus hijos a fin de que no se lastimen, que no se caigan, que aprendan a mantenerse de pié. que jueguen sin peligros. En fin, el corralito es una protección parental en favor de sus hijos. Y la intención de quienes bautizaron de ese modo la medida bancaria no fue otra que la de suavizar el significado real de semejante atropello a los derechos de los ciudadanos. Bajo esta óptica los medios que utilizaron semejante circunloquio idiomático  no son menos que cómplices de semejante política. El mensaje implícito no es: "Vea, los estan robando" sino "tranquilo, lo estamos protegiendo de cosas peores".  El ejemplo inverso lo estamos viendo hoy. A fin de conservar las reservas monetarias del Banco Central y evitar la huida de capitales al exterior se han dispuesto restricciones en cuanto a la compra de dólares. Esta medida es perfectamente legal y forma parte de la implementación de políticas monetarias que son atribución del Estado. Sin embargo, al afectar ciertos intereses de los que algunos medios de comunicación son simpatizantes, tal medida de dio en llamar "cepo cambiario". Particularmente desde la Edad Media hasta que nos volvimos algo más civilizados, las plazas públicas de los pueblos contaban con un cepo, básicamente dos tablas con tres huecos para que pasen un cogote y dos muñecas, en donde se inmovilizaban los reos de algún delito a modo de castigo, ya sea por medio del escarnio público o del dolor que provocaba mantenerse inmovil en una incómoda posición durante muchas horas o días. 

      En resumidas cuentas, el corralito protege y el cepo castiga. 

     
El ejemplo más sorprendente de esta conducta ha ocurrido hace unos días. Sin entrar en demasiados detalles se enfrentó la Policía Metropolitana con un grupo de manifestantes, trabajadores, profesionales, periodistas y enfermos del porteño Hospital psiquiátrico Borda con un saldo de 80 heridos repartidos tanto entre los policías como del otro lado de los escudos. He pasado bastante tiempo buscando, para ilustrar la presente, algún otro caso en que una fuerza de seguridad hubiera entrado a sangre y fuego en el predio de un hospital con enfermos psiquiatricos en tratamiento vigente con resultado negativo. Ni en la Rumania de Ceausescu ni en la Alemania Hitleriana ni en la Rusia Zarista he encontrado un ejemplo similar. (Si alguno lo encuentra, con gusto lo incluyo y corrijo). Sin ánimo de polemizar, existió un hecho (el imepedimento por parte de la parte manifestante) de el ingreso de una cuadrilla que debía demoler un edificio y la respuesta de las fuerzas legales de evitar que tal impedimento tuviera éxito. La palabra que nuestro rico castellano guarda para tal comportamiento es represión. Para que no queden dudas, la definición oficial de la palabra represión es la que sigue: Es la pretensión de impedir un comportamiento o la de castigarlo una vez producido. 

   
Sin embargo, aquí al lado figuran las portadas de 20 medios digitales (son 20, les ahorro el trabajo de contarlos) que evitan utilizar el término represión. Pero aún ocurre algo más llamativo. Todos usan el mismo liviano y tenue "incidentes". Como si lo que allí hubiera ocurrido fuera fortuito y azaroso. Como si nadie tuviera la culpa. Tan llamativo es, que me impulsó no solo a sorprenderme sino a hacer unas cuentas. Pasen por acá:

      Busquemos algún sinónimo que pudiera haberse usado para ilustrar el hecho incluyendo los dos en cuestión; represión e incidentes. Google mediante podríamos nombrar: enfrentamiento, riña, lucha o pelea. Estos cuatro, sumados a los otros dos que encontramos antes, suman 6. 

       Ahora bien, imaginemos la situación del momento inmediatamente anterior a la publicación de la noticia en los diversos medios digitales mostrados en el gráfico. El jefe de redacción o algo así, eligiendo la palabra justa para ilustrar el título de la noticia. Librado únicamente al azar cada palabra tiene 1/6 de probabilidades de ser elegida, algo así como 0,166 a 1 de que aparezca por azar. Eso no sería nada. ¿Cual es entonces la probabilidad de que los 20 diarios al mismo tiempo elijan solo por azar la misma palabra? Para ahorrar tiempo le regalo la respuesta 1/120. Traducido a números decimales 0,0083 a una de que semejante cosa ocurra. Quizá estos números no le digan nada, son muy pequeños por cierto, pero sin compararlos con otra cosa poco indican. 

     
Ganar en la ruleta es difícil, por cierto. Pues la probabilidad de que los 20 diarios hayan elegido al azar la misma palabra de unas 6 posibles es como si alguien hubiese apostado a 3 veces a 3 números en 3 tiradas consecutivas y hubiese acertado a pleno las tres veces. (Y todavía le sobra). ¿Que indica el razonamiento entonces? No hay que esforzarse demasiado, estos muchachos se han puesto de acuerdo o bien tienen un fantástico futuro en el Casino de Montecarlo.

   
Para cerrar una anécdota atribuida a Abraham Lincoln. Se cuenta que discutía con un partidario de la esclavitud allá por mediados del siglo XIX. Su eventual contrincante sostenía que la esclavitud no era tal sino que podría plantearse como una especie de protectorado que la blanca raza dominante ejercía sobre los ingenuos y cándidos negros. Don Lincoln le propuso el siguiente enunciado:

- Suponga usted que tiene 20 vacas y 40 caballos. Si llamamos vacas a los caballos. ¿Cuantas vacas  tendría?

- Tendría 60 - respondió el esclavista luego de hacer la simple cuenta

- Pues no - le respondió Lincoln - Por mucho que se empeñe Ud. en llamar vacas a los caballos, los caballos seguirán siendo caballos.

      "Si no están prevenidos ante los medios de comunicación, los harán amar al opresor y odiar al oprimido" Malcolm X (1925 - 1965)